miércoles, 27 de marzo de 2013

Reverse of volume RG / Yasuaki Onishi

Instalación: reverse of volume RG / Yasuaki Onishi

fuente: http://www.plataformaarquitectura.cl/2012/05/12/instalacion-reverse-of-volume-rg-yasuaki-onishi/ 


En esta instalación, “reverse of volumen RG”, realizado por el artista japones Yasuaki Onishi, utiliza los materiales más sencillos: láminas de plástico y pegamento caliente negro, para crear una forma monumental que parece flotar en el espacio. El proceso que él llama un “casting de lo invisible” implica cubrir las láminas de plástico en cajas de cartón apiladas, que luego se retira para dejar sólo sus impresiones. Este proceso de inversión a la escultura, es la meditación Onishi sobre la naturaleza del espacio negativo, o vacío, dejado atrás.

video instalación:

http://vimeo.com/40473624

 Onishi quería crear una instalación que iba a cambiando, ya que cuando los visitantes se acercaban, tenían la posibilidad de ver el exterior de la pared de vidrio, como el interior del espacio de la galería. Visto a través del cristal, el ondulado, superficie exterior y densas capas dehilos verticales negras son principalmente visible.

 
A primera vista, estando de pie en el hall de entrada de la Galeria, parece estar suspendida una masa brillante cuya exacta profundidad es difícil de percibir. Al entrar a la galería y caminando por la izquierda o la derecha, la instalación se transforma en una abertura espaciosa en la que se puede introducir.

 
Casi como entrar en un santuario o similar a una cueva, las láminas de plásticos semitransparentes y las hebras tenues de pegamento caliente, envuelven al espectador en una fragil tienda.
Los visitantes pueden entrar y salir del espacio contemplativo, observando el cómo de las simples cualidades de la luz, la forma y el cambio de línea.

Titulo proyecto: Reverse of volume RG
 
Artista: Yasuaki Onishi
 
Ubicación: Rice Gallery, Houston, USA
 
Año proyecto: 20 Marzo a 10 Abril 2012
 
Dimensiones: h470, w1340, d1210 cm
 
Materialidad: pegamento, láminas de plástico
 
Fotografía: Nash Baker


martes, 19 de marzo de 2013

HETEROTOPÍA


fuente: http://www.atributosurbanos.es/terminos/heterotopia/

Michael Foucault fue uno de los primeros en denunciar la obsesión que el siglo XIX y gran parte del XX demostró por la historia y por el tiempo, reivindicando que nuestra época era la época del espacio, "la época del cerca y el lejos, del lado a lado, de lo disperso". En 1967 Foucault planteó un término actualmente inevitable en cualquier discurso sobre la ciudad contemporánea: el de Heterotopía, el espacio del mundo contemporáneo por excelencia. Frente al conjunto jerárquicamente organizado que caracterizaba al territorio medieval, hoy en día "el espacio en el que vivimos (...) es un espacio heterogéneo. En otras palabras, no vivimos en una especie de vacío, dentro del cual localizamos individuos y cosas. (...) vivimos dentro de una red de relaciones que delinean lugares que son irreducibles unos a otros y absolutamente imposibles de superponer"1. El concepto de heterotopía como un espacio heterogéneo de lugares y relaciones sería de vital importancia para los geógrafos y economistas de las décadas siguientes a la hora de definir, no sólo la red global que caracteriza el territorio tardocapitalista, sino la propia ciudad contemporánea.

El término Heterotopía forma parte del debate que condujo a sociólogos, filósofos, economistas urbanos y demás a interesarse por el espacio urbano y poner en un segundo término los aspectos históricos y temporales de la ciudad. A partir de los sucesos de Mayo de 1968 las ciudades comenzaron a cambiar rápidamente: conflictos sociales, crisis económica, reestructuraciones urbanas... La sociología no pudo permanecer ajena a los efectos que esta revolución tuvo sobre el mundo del pensamiento, cada vez más politizado y orientado hacia la crítica social. Fue en este momento cuando comenzó a reivindicarse un mayor protagonismo del espacio frente al tiempo en la comprensión de la ciudad: era lo que Edward W. Soja ha denominado "el punto de partida del tránsito hacia la postmodernidad". Las figuras que marcaron este punto de inflexión fueron Michael Foucault y Henri Lefebvre.


Henri Lefebvre reorientó su obra hacia la defensa de la espacialización, que ya había planteado en su trilogía Critique de la vie quotidienne (1946, 1961, 1968). Lefebvre coincidía con las heterotopías de Foucault al definir la espacialidad capitalista como una geografía fragmentada y jerarquizada pero que tendía hacia la homogeneización. En La survie du capitalisme (1973) y La production de l’espace (1974) asociaba la supervivencia del capitalismo a la producción de espacios mistificados donde la realidad se ocultaba tras velos de ilusión que eran velos ideológicos. Desde el pensamiento marxista, y durante la década de los 70, la llamada de Foucault y Lefebvre en pro de la espacialidad se trasladaría a la sociología y la geografía urbana, activada por el estallido de la "Crisis del Petróleo".

1 FOUCAULT, Michael: "Of other spaces", Diacritics Nº 16, págs. 22-27, 1986.

sábado, 16 de marzo de 2013

Charles and Ray Eames: Powers of Ten (Potencias de diez)_ (1977)

Powers of Ten takes us on an adventure in magnitudes. Starting at a picnic by the lakeside in Chicago, this famous film transports us to the outer edges of the universe. Every ten seconds we view the starting point from ten times farther out until our own galaxy is visible only a s a speck of light among many others. Returning to Earth with breathtaking speed, we move inward- into the hand of the sleeping picnicker- with ten times more magnification every ten seconds. Our journey ends inside a proton of a carbon atom within a DNA molecule in a white blood cell. 

POWERS OF TEN © 1977 EAMES OFFICE LLC (Available at www.eamesoffice.com)

lunes, 11 de marzo de 2013

James Graham Ballard. What I Believe.

 
James Graham Ballard. What I Believe: Interzone, #8, Summer 1984. A prose poem, originally published in French in Science Fiction #1 (ed. Daniel Riche) in January 1984. (found on jgballard.ca)

I believe in the power of the imagination to remake the world, to release the truth within us, to hold back the night, to transcend death, to charm motorways, to ingratiate ourselves with birds, to enlist the confidences of madmen.
I believe in my own obsessions, in the beauty of the car crash, in the peace of the submerged forest, in the excitements of the deserted holiday beach, in the elegance of automobile graveyards, in the mystery of multi-storey car parks, in the poetry of abandoned hotels.

I believe in the forgotten runways of Wake Island, pointing towards the Pacifics of our imaginations.

I believe in the mysterious beauty of Margaret Thatcher, in the arch of her nostrils and the sheen on her lower lip; in the melancholy of wounded Argentine conscripts; in the haunted smiles of filling station personnel; in my dream of Margaret Thatcher caressed by that young Argentine soldier in a forgotten motel watched by a tubercular filling station attendant.

I believe in the beauty of all women, in the treachery of their imaginations, so close to my heart; in the junction of their disenchanted bodies with the enchanted chromium rails of supermarket counters; in their warm tolerance of my perversions.

I believe in the death of tomorrow, in the exhaustion of time, in our search for a new time within the smiles of auto-route waitresses and the tired eyes of air-traffic controllers at out-of-season airports.

I believe in the genital organs of great men and women, in the body postures of Ronald Reagan, Margaret Thatcher and Princess Di, in the sweet odors emanating from their lips as they regard the cameras of the entire world.

I believe in madness, in the truth of the inexplicable, in the common sense of stones, in the lunacy of flowers, in the disease stored up for the human race by the Apollo astronauts.
I believe in nothing.

I believe in Max Ernst, Delvaux, Dali, Titian, Goya, Leonardo, Vermeer, Chirico, Magritte, Redon, Duerer, Tanguy, the Facteur Cheval, the Watts Towers, Boecklin, Francis Bacon, and all the invisible artists within the psychiatric institutions of the planet.

I believe in the impossibility of existence, in the humour of mountains, in the absurdity of electromagnetism, in the farce of geometry, in the cruelty of arithmetic, in the murderous intent of logic.

I believe in adolescent women, in their corruption by their own leg stances, in the purity of their disheveled bodies, in the traces of their pudenda left in the bathrooms of shabby motels.

I believe in flight, in the beauty of the wing, and in the beauty of everything that has ever flown, in the stone thrown by a small child that carries with it the wisdom of statesmen and midwives.

I believe in the gentleness of the surgeon’s knife, in the limitless geometry of the cinema screen, in the hidden universe within supermarkets, in the loneliness of the sun, in the garrulousness of planets, in the repetitiveness or ourselves, in the inexistence of the universe and the boredom of the atom.

I believe in the light cast by video-recorders in department store windows, in the messianic insights of the radiator grilles of showroom automobiles, in the elegance of the oil stains on the engine nacelles of 747s parked on airport tarmacs.

I believe in the non-existence of the past, in the death of the future, and the infinite possibilities of the present.
I believe in the derangement of the senses: in Rimbaud, William Burroughs, Huysmans, Genet, Celine, Swift, Defoe, Carroll, Coleridge, Kafka.

I believe in the designers of the Pyramids, the Empire State Building, the Berlin Fuehrerbunker, the Wake Island runways.

I believe in the body odors of Princess Di.

I believe in the next five minutes.

I believe in the history of my feet.

I believe in migraines, the boredom of afternoons, the fear of calendars, the treachery of clocks.

I believe in anxiety, psychosis and despair.

I believe in the perversions, in the infatuations with trees, princesses, prime ministers, derelict filling stations (more beautiful than the Taj Mahal), clouds and birds.

I believe in the death of the emotions and the triumph of the imagination.

I believe in Tokyo, Benidorm, La Grande Motte, Wake Island, Eniwetok, Dealey Plaza.

I believe in alcoholism, venereal disease, fever and exhaustion.

I believe in pain.

I believe in despair.

I believe in all children.

I believe in maps, diagrams, codes, chess-games, puzzles, airline timetables, airport indicator signs.

I believe all excuses.

I believe all reasons.

I believe all hallucinations.

I believe all anger.

I believe all mythologies, memories, lies, fantasies, evasions.

I believe in the mystery and melancholy of a hand, in the kindness of trees, in the wisdom of light.

jueves, 7 de marzo de 2013

Cuaderno del jardinero_David Greene (1969)_[fragmentos]


El hombre aparece sentado ante su televisor, con su nevera portátil y su coche detrás de el, todo arreglado, componiendo un escenario a su gusto; todo puede trasladarse y al desaparecer no queda nada que demuestre que allí hubo algo, salvo un poco de hierba pisoteada y quizás unas huellas de neumático o de pisadas. De modo que, en cierto sentido, todo ello es invisible; un lugar transitorio que quizá se retiene permanentemente en el recuerdo. Una arquitectura que existe solo en referencia al tiempo.

Resulta curioso que desde hace algunos años el tiempo se haya convertido en una influencia importante en las "artes"; es decir, excepto en la arquitectura (aparte de concesiones nominales y superficiales al "movimiento" y las "comunicaciones"). Quizá los arquitectos han sabido desde el primer momento qu si lograban manejar el tiempo se quedarían obsoletos.

Tengo el deseo de que
el entorno construido
me permita realizar
mi propio proyecto.

Cada vez hay más gente que quiere determinar sus propios parámetros de conducta; quieren decidir cómo se van a comportar, ya sea en el juego, el trabajo, el amor, etc. La gente está cada vez menos dispuesta a aceptar las reglas impuestas y pautas de conducta. Desarrollar un proyecto propio es importante.

"La gente está empezando a interesarse más por otra gente y por la realidad en lugar de alimentar sistemas míticos".

 Warren Chalk

Es importante observar que todas las tendencias sociales y tecnológicas están buscando la flexibilidad y la versatilidad. La especialización ha muerto. En el mundo de la edificación, la idea de la nave polivalente defiende de boquilla esta observación, la idea de sistemas no especializados y la arquitectura empieza a interactuar.: el avión que salta, el barco que camina, la corbata que resulta ser pluma.

 
"Deseo que el entorno se vuelva invisible para poder liberarme de la pornografía conocida como edificios [...].
Una de las percepciones más interesantes para la arquitectura sobre cierta "escultura" reciente (si es que existe) es que tiene sumo cuidado en no alterar el entorno existente y, de hecho, aprende de susituación y se nutre de todos los sucesos que contiene cada emplazamiento particular. 
[...] utilizando la energía sin explotar y la red de información del entorno cotidiano." 

Es fundamental el proyecto Incidents of mirror-travel in the Yucatan de Robert Smithson.

El cowboy es el héroes nómada internacional. Parecía una buena idea transportar el propio entorno con uno mismo (el traje de astrunauta, el Cushicle, el Suitaloon de Mike Webb, etc.), pero puede ser tan molesto como tener que estar anclado en un lugar. Probablemente el cowboy era uno de los que mejor transportaba su propio entorno, porque el equipo que necesitaba era muy reducido (una taza, una silla de montal, un petate, cerillas, etc.) y porque su elemento principal de transporte, el caballo, seleccionaba su propio combustible y era un animal robot realmente eficiente. El rancho era su oasis, su base. Howard Johnson entiende que el sofisticado nómada moderno necesita servicios, y en la robotería se consigue por la técnica de solicitarlo donde quiera que uno esté, servido por robots. Es anarquía - y es equipo - mantenida hasta que esté bajo la piel o en la mente.

Marshall McLuhan afirma que el planeta Tierra puede entenderse ahora como una pieza de escultura en la galaxia.

La robotería es parte de la idea del Parque Espacial Tierra (escrito para Sierra Club Foundation, Mill Tower, San Francisco, California 94104, para más información). 
 

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