La elaboración mental de la arquitectura futura se manifestó ya en las primeras civilizaciones, como en las culturas mesopotámicas y en Egipto, a través de dibujos y modelos tridimensionales. Aunque de los dibujos nos han llegado escasos vestigios, en gran parte por estar muchos de ellos hechos sobre soportes de material perecedero, no podemos decir lo mismo de las maquetas, de las que existen numerosas piezas en museos de muchos países.
Así, del mundo mesopotámico tenemos algunos planos trazados en tablillas de arcilla y numerosos modelos tridimensionales hechos en barro cocido, maquetas de torres, de palacios o de casas conservadas en diversos museos. En Egipto se han conservado desde la época del mítico arquitecto Imhotep, en la tercera dinastía, planos sobre papiro, tabla o piedra y numerosas maquetas, algunas de las cuales constituyen verdaderos instrumentos de diseño y otras muchas tienen una condición alegórica y votiva, pues se hicieron para ser depositadas en los enterramientos.*1
Los dibujos egipcios de plantas y alzados tenían un marcado carácter de guía de la puesta en obra, para lo cual se representaban frecuentemente sobre una malla cuadriculada, como lo atestiguan los famosos alzados conservados en el Museo Petrie de Londres.
El arquitecto usaba de esta forma la modulación y la geometría para definir los elementos arquitectónicos y facilitar su puesta en obra. Todos los dibujos tienen ese carácter de proyección ortogonal, no habiéndose encontrado perspectivas u otras representaciones espaciales.*2
También en la tradición hebrea aparece la idea de un modelo previo a la construcción. En el Génesis, Yahvé dicta a Noé el proyecto del Arca: “Hazte un arca de maderas resinosas. Haces el arca de cañizo y la calafateas por dentro y por fuera con betún. Así es como la harás: longitud del arca: trescientos codos; y su altura; treinta codos. Haces al arca una cubierta y a un codo la remataras por encima, pones la puerta del arca en un costado, y haces un primer piso, un segundo y un tercero.”*3. De esta forma, el texto bíblico atribuye a Yahvé el proyecto del arca, que es transmitido verbalmente a Noé para su construcción.
En otros pasajes bíblicos vuelve a aparecer la figura de Yahvé como proyectista, aunque en lugar de instrucciones verbales ya utiliza modelos o maquetas y planos. Así en el libro del Éxodo, Yahvé ordena a Moisés: “Hazme un santuario para que yo habite en medio de ellos. Lo harás conforme al modelo de la Morada y del mobiliario que voy a mostrarte”.*4
También se refiere más adelante a los modelos concretos elaborados para la construcción del candelabro y altal. *5. En el libro de Ezequiel se narra como Yahvé transmite al profeta la forma y dimensiones del futuro templo a través de una visión, ordenándole al final: “Y tú, hijo de hombre, describe este templo a la casa de Israel, para que queden avergonzados de sus culpas y tomen nota de su plano. Si se avergüenzan de toda su conducta, enséñales la forma del templo y su plano, sus salidas y entradas, su forma y todas sus disposiciones, toda su forma y todas sus leyes. Pon todo esto por escrito ante sus ojos, para que guarden con exactitud todas sus lecciones y disposiciones y las pongan en práctica”.*6
*1 Jean Pierre Adam, “Dibujos y maquetas: la concepción arquitectónica antigua”, en el catálogo Las cosas del alma: maquetas arquitectónicas de la Antigüedad. (Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos, 1997), páginas 25-29.
*2 Spiro Kostof (edición) El arquitecto: historia de una profesión (1977; Madrid: Cátedra, 1984), páginas 17-18.
*3 Génesis, 6, 14-16. La Biblia recoge así la tradición del Diluvio, que ya aparece mucho antes en la epopeya de Gilgamesh, en la que se describe un arca mucho más compleja, de planta cuadrada y siete niveles, cada uno de ellos subdividido en nueve espacios; véase La epopeya de Gilgamesh, tablilla XI, 57,62 (edición de Jean Botéro; Madrid: Akal Oriente, 1998, página 220)
*4 Éxodo, 25, 8-9.
*5 ëxodo, 25, 40,; 26,30; 27, 8.
*6 Ezequiel, 40, I-43, II.
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