"AUTOBIOGRAFÍA"
El Universo o Realidad y yo nacimos el 1 de
junio de 1874 y es sencillo añadir que ambos nacimientos ocurrieron
cerca de aquí y en una ciudad de Buenos Aires. Hay un mundo para todo
nacer, y el no nacer no tiene nada de personal, es meramente no haber
mundo. Nacer y no hallarlo es imposible; no se ha visto a ningún yo que
naciendo se encontrara sin mundo, por lo que creo que la Realidad que
hay la traemos nosotros y no quedaría nada de ella si efectivamente
muriéramos, como temen algunos. En vano diga la historia, en volúmenes
inmensos, sobre el mucho haber mundo antes de ese 1 de junio; sus tomos
bobalicones es lo único que yo conozco (no sus hechos), pero los conocí,
después de nacer, como todo lo demás. Lo que me podría convencer sería
el Arte, más gracioso y verdadero: un preludio de Rachmaninoff, una
mirada creada por Goya, pero no es tan crédulo el arte, no abre la boca
ante los cortejos de pompas fúnebres, como la historia. Nací, otros lo
habrán efectuado también, pero en sus detalles es proeza. Lo tenía
olvidado, pero lo sigo aprovechando a este hecho sin examinarlo, pues no
le hallaba influencia más que sobre la edad. Mas las oportunidades que
ahora suelen ofrecerse de presentar mi biografía (en la forma más
embustera de arte que se conoce, como autobiografía, solo las Historias
son más adulteradas) háceme advertir lo injusto que he sido con un hecho
tan literario como resulta la natividad. (El dato de la fecha de ésta
se me ha pedido tanto y con una sonrisa tan juguetona, que tuve la
ilusión de que ello significaba que era posible una fecha mejor de
nacimiento mío y se me alentaba a elegirla y pedirla, que se me habría
de conseguir. Por si acaso, aunque no han progresado ni declarándose
estas cortesías, dejo dicho que me gustaría haber nacido en 1900). Como
no hallo nada sobresaliente que contar de mi vida, no me queda más que
esto de los nacimientos, pues ahora me ocurre otro: comienzo a ser
autor. De la Abogacía me he mudado; estoy recién entrado a la Literatura
y como ninguno de la clientela mía judicial se vino conmigo, no tengo
el primer lector todavía. De manera que cualquier persona puede tener
hoy la suerte, que la posteridad le reconocerá, de llegar a ser el
primer lector de un cierto escritor. Es lo único que me alegra cuando
pienso la fortuna que correrá mi libro: "No toda es vigilia la de los
ojos abiertos". No se olvide: soy el único literato existente de quien
se puede ser el primer lector. Pero además mi libro, y es más inusitado
esto todavía, es la única cosa que en Buenos Aires puede encontrarse aún
no inaugurada por el Presidente. Se están imprimiendo todos los
certificados de primer lector mío que se calcula serán necesarios. Y
para retener al libro el segundo precioso mérito que lo adorno, el
Editor ha puesto vigilancia en todos los caminos por donde pueda
acercarse una Inauguración Presidencial infortunada."
Macedonio Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario